La historia
Hacer caridad más allá de las propias fronteras
Nuestra historia y nuestra tradición tiene orígenes muy antiguos: nacemos de la Obra del Pan de los Pobres, la primera obra de caridad instituida en 1898 en la Basílica de San Antonio, donde los frailes distribuían a los más necesitados pan y otros géneros de primera necesidad como leña y vestidos.
Hacer caridad más allá de las propias fronteras
Con los años se delineó una nueva idea de caridad, dirigida también a las víctimas de las grandes calamidades naturales o de situaciones sociales y políticas de crisis, preparada a abrirse también más allá de las fronteras nacionales. La simple asistencia se sustituye poquito a poco con un modelo de desarrollo.
Surge la exigencia de crear una realidad unitaria que gestione los numerosos proyectos de caridad que nacen y que tenga un ámbito nacional e internacional. Es entonces que a mediados de los años ‘70 nace Caritas sant'Antonio y nuestra primera intervención es a favor de los afectados por el terremoto del Friuli.
Miles de proyectos de caridad
Desde entonces son miles los proyectos realizados, al principio en Italia y posteriormente, gracias a las redes de solidaridad creadas con los misioneros, en todo el mundo. Los primeros Países involucrados en la obra de caridad, solidaridad y desarrollo de Caritas Antoniana fueron:
- África (Uganda, Ghana)
- Asia (Tailandia, Corea, India, Filipinas)
- América Latina
- Polonia
El milagro de Tommasino
Quizás no todo el mundo sabe que en el origen de la historia de Caritas Antoniana hay precisamente un milagro de San Antonio de Padua. El Pan de los Pobres, en efecto, se remonta al milagro de la resurrección del pequeño ‘Tommasino’, un niño de 20 meses que la madre había dejado solo mientras jugaba y lo encontró sin vida, ahogado en un cubo de agua.
La madre desesperada invoca la ayuda del Santo, y en su oración promete: si consigue la gracia dará para los pobres el peso del niño en pan. El hijo vuelve milagrosamente a la vida y nace así la tradición del «pondus pueri» una oración con la que los padres a cambio de protección para los propios hijos prometían a San Antonio tanto pan como pesaban.